La danza de oriente medio llega a Sesga

En pleno agosto me dirigía hacia Sesga, y ¿dónde está ese pueblo?.
Más bien es una aldea, un lugar con encanto propio por muchos motivos.
Cuánto me alegro de haber aceptado la propuesta de dar un taller de danza oriental en aquella aldea, donde no es un camino de paso, es un camino con el único destino y fin de Sesga.
Allí me dirigia a realizar un taller de danza oriental digamos que de nivel abierto, las
sorpresas fueron innumerables.
Para empezar me recogieron en Ademuz, puesto que el camino para llegar allí es enrevesado, estrechísimo y con un barranco y una vista, eso sí preciosa. 
Camino hacia Sesga, Sergio hijo de un local me explicaba la historia de esta aldea, en la que a lo largo de todo el año y de manera permanente residen aproximadamente 11 personas.
Yo iba pensando en dar un taller reducido, un taller único y especial a 1200 metros de altitud.
A la llegada al pueblo me iban explicando las diferentes zonas de la aldea, las afueras, el caso urbano y la circunvalación. Sergio tenía un sentido del humor increible, no conté las calles de forma serpenteante pero digamos que ví 12 calles cuanto mucho. 
Sesga cuenta con una bonita Ermita, en muy buen estado y por otra parte un edificio municipal que alberga una escuela, una barbería, un horno y un calabozo.
También vi una bonita fuente y enfrentada a esta el lavadero público.
Nos dirijimos a la plaza, adornada con papelitos de colores,destacaba una placa, en la que se agradecía a la Diputación por la llegada del agua y la electricidad en el 2001.
Allí no había nadie a mi llegada, tampoco me esperaba demasiada gente, pero poco a poco llegaron niños, adolescentes, más tarde padres y madres, el alcalde Antonio y muchas más gente!!!, finalmente eran como 50 personas que iban de aquí para allá, entre miradas curiosas y tímidas, gente de todas las edades.
Empecé el taller con mujeres y hombres, algunos de ellos los maridos de ellas, más los hijos, sin embargo cuando pasó media hora los niños se fugaron, los hombres lo dieron por perdido y las mujeres movieron todo su cuerpo al son de la música, alegres y sonrientes, estaban disfrutando mucho, se les veia.
Fue un taller diferente, por la peculiaridad del lugar, por estar allí, por llegar hasta allí y la amabilidad de la gente.
Sin duda, de camino a casa reflexioné,  ¿por qué algunas parejas o artistas bohemios habían comprado su casita allí?,  era un lugar ideal para alejarse del bullicio y ajetreo diario en el que queriendo o sin querer estamos casi todo inmersos.
Pensaba y concluía en que sería sano para todos parar un poco , ralentizar el ritmo de nuestras vidas, ser pacientes, esperar a que lleguen los mensajes, que antes o después llegaran, la comunicación con los demás y dejar de lado el yaismo, término acuñado por Walter Riso ( ya respondo, ya lo quiero, ya lo mando, ya lo compro, todo YA).
Por cierto, toda la tarde que tuve el gozo de estar allí no tenía cobertura, ni la necesitaba, me sentí muy serena y me llené de buena energia alegría y un sabor diferente en mi piel sobre las mil y una maneras de vivir la vida.

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